Resumen del artículo publicado el 22 de noviembre 2018, en MayorActual por Jose Antonio Herce, economista y director asociado de analistas financieros internacionales (AFI)
…Queremos estar cubiertos contra todo tipo de contingencias, que esta cobertura sea la adecuada desde el punto de vista de la suficiencia de las prestaciones y que todo el complejo del bienestar sea sostenible financieramente, para lo que se necesitan recursos considerables. Esta es una aspiración complicada, especialmente… al caso de una cobertura muy significativa: las pensiones.
Queremos que las pensiones lleguen a todo el mundo, que sean suficientes y que, además, sean sostenibles. Más concretamente, queremos que las pensiones preserven su poder adquisitivo, como solía suceder tradicionalmente. Ello nos mete de bruces en el dilema suficiencia-sostenibilidad. Bueno, pues no hay tal dilema.
El más poderoso factor, aisladamente considerado, que provoca, en todo el mundo, problemas con la financiación de las pensiones es (adivínenlo)…: la extensión imparable de la esperanza de vida al nacer y, especialmente, a edades avanzadas. Porque a los 65 años llega ya, prácticamente, todo el mundo (en los países avanzados).
Esta extensión de la duración de la vida, a edad de jubilación constante (importante para lo que sigue), significa que la financiación de hasta dos décadas en jubilación, con prestaciones indexadas al coste de la vida, se hace cada vez menos soportable. …los niños, las niñas o la inmigración, no resolverán el problema. Es más, dada la mayor esperanza de vida de los que nacen hoy, más nacimientos solo agravarán el problema.
La indexación de las pensiones con un índice que les permita recuperar la pérdida de poder adquisitivo que aquellas pierden cuando el coste de la vida aumenta, se lleva habitualmente a cabo utilizando el Índice de Precios al Consumo (IPC) que permite calcular la variación del coste de una amplísima cesta de consumo representativa del gasto de los hogares. También suele hacerse utilizando el índice de variación de los salarios nominales que, a su vez, pueden estar indexados con el IPC. En muchos países se utilizan los salarios como referencia para indexar las pensiones y en muchos otros el IPC.
Pero la indexación, unida al aumento de la esperanza de vida, y dada una edad de jubilación inamovible, está resultando muy problemática para mantener la capacidad de los sistemas de cotizaciones e impositivos para financiar el gasto en pensiones. Las pensiones mantienen su suficiencia, pero dejan de ser sostenibles, con lo que se pone en riesgo el que puedan pagarse íntegramente sin que se generen déficits fiscales que engrosen la deuda ya existente.
Lo mejor, para hacer posible la sostenibilidad de unas pensiones indexadas con el IPC es indexar, a su vez, la edad de jubilación con los aumentos de la esperanza de vida rompiendo para siempre la tiránica barrera de los 65 años (o los 67 cuando lleguen, si es que llegan, que es lo mismo).
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